Vivir Mejor con TDAH del Adulto

No es un "déficit", es una diferencia. ¡Aprende a usarla a tu favor!

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By Juan Sangüesa 5 Comments

¿Qué Sucede en el Cerebro al Practicar Mindfulness? (…y por qué esto es IMPORTANTE si tienes TDAH)

¡Los estudios científicos siguen sumándose!

Mindfulness puede modificar el funcionamiento cerebral y ayudarte a mejorar significativamente tu concentración.

Mira este nuevo vídeo que he creado al respecto:

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Por mientras deja tu comentario acá abajo…

¿Qué te parece la posibilidad de mejorar el funcionamiento de tu cerebro por medio de este entrenamiento mental?

Filed Under: Atención, Entrenamiento Atencional, Mindfulness, Neurociencia, Neuropsicología

By Juan Sangüesa 3 Comments

Cómo Entrenar y Fortalecer tu Musculatura Cerebral para Mejorar tu Atención y Derrotar al TDAH

Conan
¿Qué diablos hace Conan el Bárbaro en un blog sobre TDAH del adulto?

 

Uno de mis mayores sueños frustrados es no haber logrado, a pesar de mis muchos intentos, esculpir una musculatura como la de Arnold.

En serio.

Desde chico era un asiduo lector de los comics de Conan el Bárbaro y cuando salieron las películas protagonizadas por “Gobernator” me calaron hasta lo más hondo (I know, I’m dating myself… o “se me cayó el carnet” como decimos en Chile).

Siempre he sido más o menos flaco y nunca me sentí muy satisfecho con mi físico, ya que quería ser más fuerte y “grande”, como se dice en la jerga bodybuilder.

Y si lo piensas un poco, esa es la promesa del entrenamiento con pesas: que puedes esculpir tu cuerpo a tu gusto y darle la forma que quieras, aumentando y disminuyendo partes específicas por medio de ejercicios específicos.

Personalmente creo que se trata de una promesa extraordinaria.

No tenemos que conformarnos con una condición física desmejorada, sino que -dentro de un cierto rango de posibilidades establecidas por nuestra genética- podemos cambiar para mejor por medio del entrenamiento.

¿Y si fuera posible hacer lo mismo con nuestro cerebro?

Si pudiéramos entrenar y fortalecer áreas y regiones específicas de nuestro cerebro para mejorar ciertas funciones…

Si pudiéramos desarrollar nuestra atención, memoria, control de impulsos y equilibrio emocional…

¿Estarías dispuesto/a a realizar un entrenamiento mental que te permitiera lograr resultados óptimos en tu vida, en tus proyectos, en tu desarrollo personal?

Si tu respuesta es afirmativa, sigue leyendo porque te voy a mostrar cuáles son las evidencias científicas que demuestran la posibilidad real de efectuar tales cambios.

Entrenamiento Mental y Neuroplasticidad

MindfulTherapist_LGEn The Mindful Therapist, Dan Siegel, MD. (con quien tuve clases en la UCLA el año pasado) 🙂 nos dice que

El cerebro continua desarrollándose durante toda la vida y, dirigiendo nuestro foco mental de forma adecuada, podemos modificar estratégicamente nuestro cerebro para mejor.

La palabra clave aquí es estratégicamente.

Claro, porque a medida que la investigación en neurociencias nos revela más y más descubrimientos sorprendentes sobre la capacidad de nuestro cerebro de modificar su actividad y estructura a partir del aprendizaje, resulta más y más claro que podemos elegir qué cambios queremos para nuestro cerebro, nuestra mente y nuestra vida.

Ya sé que esto puede parecer “demasiado bueno para ser verdad”…

Pero ojo, que no estoy hablando del poder del “pensamiento positivo” o de “materializar unicornios” a voluntad.

No. Estoy hablando del state of the art de la investigación científica sobre los efectos de Mindfulness a nivel fisiológico y psicológico.

Si quieres mirar por ti mismo/a, basta con que hagas una búsqueda de Mindfulness y cambios cerebrales en PUBMED (la base de datos de artículos científicos en ciencias de la salud).

Tal cual, la investigación actual en neurociencias ha mostrado que por medio del entrenamiento mental es posible generar cambios muy positivos en la actividad funcional y estructura de nuestro cerebro.

Y, a nivel psicológico, algunos de los efectos de este entrenamiento, son:

  • Mejoras en la atención
  • Reducción de la respuesta de estrés
  • Mayor claridad mental
  • Mejor regulación y equilibrio emocional
  • Reducción de síntomas de ansiedad y depresión

¿Qué tal? ¿Listo/a para comenzar a entrenar tu mente?

Mindfulness puede Literalmente Cambiar tu Cerebro

Recientemente, Harvard Business Review, publicó el artículo Mindfulness Can Literally Change Your Brain, en el que se revisan algunos de los cambios que la práctica de Mindfulness puede generar a nivel cerebral.

Las autoras del artículo, Christina Congleton, Britta Hölzel y Sara Lazar, son verdaderas rockstars de la investigación en neurociencias sobre Mindfulness y han contribuido con algunos de los estudios más notables que se han publicado hasta la fecha.

El 2011, las autoras realizaron un estudio que mostró un aumento en la densidad de la materia gris en los practicantes de un curso de Mindfulness de 8 semanas de duración (la materia gris es donde están localizadas las neuronas, por lo que un aumento de la densidad sugiere un mayor número de neuronas y/o un mayor número de conexiones entre ellas).

Más recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de British Columbia y de la Chemnitz University of Technology, publicaron una revisión sistemática y un meta-análisis sobre el tema (un meta-análisis es un estudio que estudia los resultados de muchos otros estudios para extraer conclusiones más generales) .

Las 9 regiones cerebrales que mostraron cambios a partir de la práctica de Mindfulness
Las regiones cerebrales que mostraron cambios a partir de la práctica de Mindfulness.

A partir de este meta-análisis se encontraron cambios en 8 regiones cerebrales, de las cuales 4 son particularmente interesantes para nosotros:

  1. Corteza Cingulada Anterior
  2. Hipocampo
  3. Corteza Pre-Frontal Rostro-Lateral (ya sé, ya sé… es un nombre un poco largo y complicado, pero no necesitas memorizarlo) 🙂
  4. Corteza Órbito-Frontal

Ahora verás por qué estas áreas cerebrales son importantes para nosotros y qué significa -en términos prácticos- que puedas alterar su estructura por medio de la práctica de Mindfulness.

1. La Corteza Cingulada Anterior: el Eje de la Autorregulación

Una de las teoría más difundidas y que cuenta con mayor apoyo de la investigación científica sobre el TDAH es la teoría de las Funciones Ejecutivas.

Según esta teoría los síntomas del TDAH se desprenden de ciertas fallas en estas funciones, que hacen posible la capacidad de dirigir nuestra atención y conducta para alcanzar nuestros objetivos, controlando las reacciones automáticas o impulsivas y cambiando de estrategia de forma flexible cuando es necesario hacerlo.

En una palabra, las Funciones Ejecutivas hacen posible la autorregulación.

Es por esto que Russell Barkley, PhD., dice que el TDAH es en realidad un trastorno de la autorregulación.

Claro, porque al haber problemas con las funciones ejecutivas, las personas con TDAH no logran tener el auto-control indispensable para dirigir y monitorear su atención, su conducta y sus emociones (no voy a revisar la teoría del Dr. Barkley ahora, pero si quieres saber más puedes leer este post).

Pues bien, una de las regiones cerebrales más importantes para la autorregulación es la corteza cingulada anterior (ACC, anterior cingulate cortex), una estructura localizada en la zona media de los lóbulos frontales.

Corteza cingulada
Corteza cingulada

Y a qué no advinas…

Justamente: la ACC es una de las regiones, identificadas en el estudio, que muestra cambios de forma consistente a partir de la práctica de Mindfulness.

Por otro lado, se ha visto que las personas que practican Mindfulness suelen tener una performance superior en tests que miden la autorregulación (son capaces de resistir las distracciones y responden de forma correcta más a menudo que los no practicantes).

Además quienes practican Mindfulness también demuestran tener una mayor actividad en la ACC que quienes no practican.

Aparte de la autorregulación, la ACC también se asocia a aprender de las experiencias pasadas para una toma de decisiones óptima y los científicos sugieren que la ACC puede ser particularmente importante al enfrentar condiciones inciertas y cambiantes.

2. El Hipocampo: Memoria, Emoción y Resiliencia

El hipocampo
El hipocampo

El hipocampo es una región con forma de caballito de mar (de ahí su nombre) que se encuentra localizada en las profundidades de los lóbulos temporales y que forma parte del llamado “sistema límbico” (una serie de estructuras inter-conectadas que cumplen distintos roles en el procesamiento emocional y la memoria).

En el estudio de Hölzel et al. (2011) se observó un aumento en la materia gris en el hipocampo de los practicantes de Mindfulness.

Y esto es algo MUY IMPORTANTE.

¿Por qué?

Mira…

El hipocampo tiene numerosos receptores de cortisol (la hormona del estrés) y diversos estudios han mostrado que puede resultar deteriorado por el estrés crónico, contribuyendo a desencadenar una espiral dañina en el organismo como un todo.

De hecho, las personas que presentan condiciones asociadas al estrés crónico, como depresión o estrés postraumático generalmente tienen hipocampos más pequeños.

Todo esto subraya la importancia de esta región cerebral para la resiliencia, una habilidad clave en los contextos laborales de alta exigencia.

3. Corteza Pre-Frontal Rostro-Lateral

Se ha sugerido que esta región estaría relacionada con la introspección y la meta-cognición (cognición acerca de la cognición, o pensar sobre los propios procesos mentales), la evaluación de información auto-generada, el procesamiento de información compleja y abstracta y la integración de múltiples procesos cognitivos separados al servicio de metas de orden elevado.

¡Uffff! Si pudiste comprender todo eso a la primera leída, significa que tu corteza pre-frontal rostro lateral está haciendo bien su trabajo 🙂

En fin, lo importante aquí para nosotros es lo siguiente:

En los practicantes de Mindfulness se ha observado una mayor capacidad de introspección y esta habilidad puede ser la base de la capacidad de observar los propios pensamientos y estados emocionales con cierta distancia y ecuanimidad.

Algunos investigadores han sugerido que esta capacidad de meta-cognición es un mecanismo clave de la prevención de recaídas en depresión (que es uno de los efectos más establecidos de la práctica de Mindfulness).

4. Corteza Órbito-Frontal

Prefrontal_cortex
La corteza órbito-frontal

La corteza órbito-frontal (OFC, orbito-frontal cortex) cumple un rol fundamental en la toma de decisiones y la regulación emocional.

La OFC está ubicada en la zona ventral de la corteza prefrontal y tiene profusas conexiones con estructuras del sistema límbico como la amígdala, el estriado y el hipotálamo.

Los investigadores sugieren que la OFC permite una evaluación más flexible de las opciones en el momento presente y una toma de decisiones más fluida en función de las circunstancias actuales y no solo en función del recuerdo de situaciones similares del pasado.

Todo ello podría explicar uno de los efectos más potentes de la práctica de Mindfulness: una mayor conciencia y flexibilidad conductual.

La OFC cumple un rol en la regulación y el reappraisal de las emociones negativas, lo que forma parte de un rol más amplio de la OFC en la capacidad de observar los diferentes estados internos y la integración de claves cognitivas y emocionales en la toma de decisiones.

Una mayor capacidad de auto-observación y la capacidad de regular emociones negativas son habilidades que podrían explicar los efectos positivos de la práctica de Mindfulness en condiciones como el estrés, la depresión y la ansiedad.

¿Estás listo/a para Comenzar a Entrenar tu Mente y Modificar Estratégicamente tu Cerebro para Superar el TDAH y Alcanzar tus Metas?

Si has llegado hasta este punto, significa que estás tan motivado/a como yo por aprender y aprovechar al máximo los beneficios del entrenamiento mental por medio de Mindfulness.

Ahora, hasta aquí hemos revisado la importancia de estos nuevos descubrimientos científicos y cuáles son los beneficios que puedes obtener a partir de la práctica…

Pero todavía falta revisar el cómo hacer esto…

Por eso, quiero invitarte a mi próximo webinar en que te enseñaré cómo comenzar a practicar para que puedas experimentar por ti mismo/a sus efectos positivos en tu vida.

Para asistir solo debes inscribirte haciendo click aquí.

Y por mientras, quiero conocer tu opinión sobre estos alucinantes cambios que podemos generar en nuestro cerebro para mejorar nuestra atención, autorregulación, equilibrio emocional, introspección, toma de decisiones y flexibilidad psicológica y conductual.

Deja tu comentario y dime qué te parece la posibilidad de generar estos cambios en tu vida 🙂

 

 

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By Juan Sangüesa 34 Comments

¿Es el Déficit de Atención una enfermedad ficticia?

2012-11-24Ya es hora de aclarar este asunto de una vez por todas.

Desde que apareció la noticia de que Leon Eisenberg (médico psiquiatra y supuesto “padre del TDAH”) habría “confesado” en su lecho de muerte (¿se puede agregar más dramatismo a esto?) que el Déficit de Atención es una enfermedad ficticia, he recibido decenas de mails preguntándome mi opinión profesional al respecto.

Así que aquí está.

Respuesta corta: ES VERDAD…

El TDAH es una enfermedad ficticia.

En serio.

…

¿Por qué?

Porque NO es una ENFERMEDAD.

De hecho, ninguno de los diagnósticos oficiales en salud mental es una enfermedad en el sentido médico del término.

¿Cómo así?

Muy fácil, las enfermedades bio-médicas (como la diabetes, por ejemplo), cumplen con ciertos requisitos para ser consideradas como tales. En primer lugar tienen -casi siempre- una etiología definida (causas), se ha descrito su patogenia (las alteraciones fisiológicas), presentan un curso o evolución conocido, tienen un pronóstico y se usa un tratamiento específico para mejorarlas.

En el caso de los diagnósticos de la salud mental simplemente no se han identificado estos elementos y no hay, por tanto, consenso unánime en la comunidad científica al respecto. Por eso se les llama “trastornos” o “síndromes”, porque consisten en conjuntos de “síntomas”, que se asume son causados por alguna alteración biológica (cerebral) o psicológica.

Volviendo a la diabetes como punto de contraste con una enfermedad real:

“la prueba definitiva y el desequilibrio bioquímico es una concentración alta de azúcar en la sangre. El tratamiento en casos severos son inyecciones de insulina, lo que restituye el equilibrio del azúcar. Los síntomas desaparecen y nuevas pruebas muestran que el azúcar en la sangre es normal”… “No existe nada como un desequilibrio de sodio o de azúcar en la sangre que cause depresión o cualquier otro síndrome psiquiátrico”

-Joseph Glenmullen, Escuela de Medicina de Harvard.

Veamos ahora el caso del TDAH.

Las causas -excepto algunas variantes genéticas que contribuyen al riesgo a tener TDAH- no se conocen; los procesos y mecanismos neurobiológicos no están del todo claros; el curso es muy variable y depende de muchos factores que escapan a la biología (influencias ambientales, familiares y psicológicas); el pronóstico es incierto y el tratamiento farmacológico no revierte alguna anormalidad o alteración biológica sino que más bien mejora el rendimiento cognitivo de personas con o sin TDAH, por lo que no es específico (1).

Incluso más, ni siquiera se ha llegado a consenso en cuanto a los posibles sub-tipos de TDAH. En este ámbito, los estudios neuropsicológicos han mostrado que pueden existir muchos más sub-tipos de los que la clasificación oficial reconoce (2).

Ahora bien, lo que sí sabemos es que la probabilidad de presentar TDAH tiene más que ver con la biología y la herencia que con cualquier otra cosa.

El TDAH tiene una heredabilidad de 76% (influencia de los genes versus influencia del ambiente), lo que deja sólo un pequeño espacio para la influencia de los factores ambientales (cosas como que la madre haya fumado durante el embarazo, exposición a plomo, o algún daño ocurrido durante el parto) (3).

También hay numerosos estudios que documentan la presencia de diferencias cerebrales funcionales y anatómicas en las personas que presentan el diagnóstico de TDAH. Esto incluye regiones que se activan menos que en personas sin el diagnóstico (típicamente regiones relacionadas con la atención y la regulación emocional, como ciertas áreas de la corteza prefrontal) (1).

También se ha visto que la maduración de la corteza cerebral es más lenta en los niños con TDAH, pero que luego en la adolescencia recuperan el terreno perdido.

F3.large

Este estudio, realizado por el equipo del Dr. Philip Shaw, del National Institute of Mental Health (NIMH), encontró que las regiones de la corteza prefrontal pueden tener un retraso de hasta 5 años (!) en los niños con TDAH (hay que destacar, sin embargo, que no se observó una desviación que se aparte del desarrollo cerebral normal sino solamente que la trayectoria de este desarrollo fue más lenta en el TDAH).

Ese retraso en la maduración cerebral probablemente hará que las capacidades que dependen del desarrollo de esas regiones cerebrales se vean afectadas, aun cuando después de la adolescencia esas diferencias desaparezcan.

Justamente, la corteza prefrontal es donde residen las llamadas Funciones Ejecutivas, que en el TDAH suelen presentar problemas.

Hallazgos como estos no son menores, ya que apuntan a diferencias biológicas reales, medibles y que tienen un impacto directo en el funcionamiento neuropsicológico.

Así, estas diferencias pueden afectar la adquisición de habilidades de auto-control, atención, organización, planificación, regulación emocional y un largo etcétera.

Por eso, Margaret Weiss (University of British Columbia, Faculty of Medicine) ha planteado que en los adultos con TDAH, lo más importante no es la reducción de los síntomas, sino más bien el aprendizaje de las habilidades atencionales que no lograron adquirir en la infancia (5).

Si bien los estudios apuntan en la dirección de una base biológica real para lo que actualmente conocemos como TDAH, no constituyen prueba de que el TDAH sea una enfermedad propiamente tal. De hecho no hay exámenes de laboratorio o tests con neuroimágenes (o de cualquier otro tipo) que permitan hacer o descartar el diagnóstico de forma confiable.

Y el diagnóstico depende de la presencia de un cierto número de “síntomas”, y esos síntomas no son otra cosa que conductas. Conductas que reflejan la carencia de habilidades de atención, organización, control de los impulsos, etc…

Entonces, si no es una enfermedad… ¿Qué diablos es el TDAH?

No hay una respuesta definitiva para esta pregunta, ni mucho menos consenso unánime entre los expertos.

Hay, eso sí, varias teorías científicas al respecto. No las voy a revisar ahora, pero en cambio voy a citar a F. Xavier Castellanos, de la universidad de New York, quien nos dice lo siguiente:

“Estas teorías claramente han avanzado nuestro conocimiento sobre el TDAH y han impulsado la investigación vigorosamente. Sin embargo, una consecuencia no buscada ha sido que el TDAH se ha reificado, como una realidad ontológica y psicológica, en lugar de ser considerado un constructo clínico útil” (4)

En términos simples, lo que el Dr. Castellanos nos recuerda es que de tanto hablar de “déficit de atención”, “TDAH”, o “ADHD”, asumiendo que se trata de algo concreto -como si realmente se hubieran descubierto y esclarecido sus causas, mecanismos, subtipos- lo transformamos en una “cosa” (reificación), y olvidamos que estas descripciones, teorías y modelos no son más que intentos por comprender un fenómeno que es extremadamente complejo y del que sabemos bien poco a decir verdad…

(Si quieres conocer más sobre las teorías sobre el TDAH, te invito a leer estos artículos que he escrito acá).

Varios investigadores a quienes sigo en el campo de las neurociencias y neuropsicología del TDAH han propuesto que, más que un trastorno o enfermedad, el Déficit de Atención es una condición diferente, que puede o no causar impedimentos.

¿Pero qué c#@%* (reemplace por su palabrota favorita) significa eso de “condición diferente”?

Neurodiversidad

neurodiversityA fines de los 90, Judy Singer (socióloga) acuñó el término “Neurodiversidad” para referirse a condiciones como el autismo, la dislexia y el TDAH.

Este concepto es una movida radical que se aparta del modelo médico tradicional de trastorno, déficit y discapacidad. Al hablar de neurodiversidad, se pone a estas condiciones en una paleta de colores similar a los conceptos de biodiversidad y diversidad cultural.

Además esto sugiere que los diferentes estilos o tipos de cableado cerebral también pueden presentar ventajas.

Piensa por ejemplo en la memoria prodigiosa de las personas que están dentro del espectro autista (nótese la diferencia con respecto a decir que “tienen autismo”) y su increíble capacidad de concentración. Desde la perspectiva de una persona con estas capacidades, el resto de los seres humanos tenemos un serio déficit de memoria, de concentración y de atención a los detalles.

En esa línea, varios investigadores han propuesto que el TDAH representa un extremo del continuo de habilidades atencionales y cognitivas de nuestra especie (Tal como una persona de 2 metros de estatura representa un extremo de la distribución normal de la talla en la población).

Veamos algunos ejemplos de como estos investigadores conciben el TDAH.

El 2012, en la tranquila y acogedora Berkeley, entrevisté a Stephen Hinshaw, director del departamento de Psicología de UC Berkeley e investigador principal del estudio más grande de seguimiento que se ha realizado en EE.UU sobre el TDAH: The Multimodal Treatment Study for Children with Attention-Deficit/ Hyperactivity Disorder (MTA Study).

En la entrevista, le pregunté su opinión acerca de la discusión sobre si el TDAH es un extremo de la variabilidad neuropsicológica humana, o más bien se trata de un trastorno causado por alteraciones o anormalidades neurobiológicas.

Esta fue su respuesta:

La respuesta es sí a las dos. Antes pensábamos que o tenías o no tenías autismo, tenías esquizofrenia o no tenías esquizofrenia. El autismo existe en un continuo a lo largo de un espectro en la población, al igual que la esquizofrenia y los síntomas psicóticos. El ADHD está exactamente en esa misma línea. Sabemos que tu capacidad de concentración, las habilidades de planificación ejecutivas, tu habilidad de inhibir una respuesta, todas existen en una curva de distribución normal. Algunas personas son muy concentradas, algunas personas son completamente dispersas; algunas personas son bastante controladas, otras entran en una habitación y se van en la dirección de cada estímulo que ven.

Todas estas habilidades existen en un continuo.

Nosotros definimos el ADHD como estar en un grado muy elevado en comparación a tus pares en muchas de esas dimensiones. Pero la predisposición subyacente está en un continuo. Sabemos que el ADHD es altamente genético. El riesgo de estar en la parte alta de la curva normal es mucho más influenciada por los genes que por el ambiente. Pero los genes no determinan que tú vas a tener ADHD. Además, tenemos que hacer un diagnóstico por razones prácticas. Los genes te ponen en un lugar dentro del continuo. Hay un gran riesgo neurobiológico, pero está en un espectro.

Por su parte, Susan Smalley PhD. (académica de la UCLA) en su artículo de 2008, Reframing ADHD in the Genomic Era, señala que:

Reencuadrar el TDAH requiere una modificación de la visión actual desde un modelo médico del TDAH a uno que refleje la neurodiversidad. Aquí la neurodiversidad se usa para reflejar la variabilidad del funcionamiento neurobiológico presente en la especie humana, el que generalmente es continuo y medible a nivel poblacional (tal como el C.I., la personalidad o los procesos cognitivos).

Las funciones neurobiológicas -medidas a nivel conductual, neuropsicológico o neurofisiológico- varían en la población debido a diferencias genéticas y a la diversidad de ambientes en los cuales los genes se expresan (desde el nivel celular al nivel cultural). A lo largo de cualquier continuo de esa neurodiversidad (por ejemplo los procesos atencionales), hay variabilidad en la población, y los extremos (modos de funcionamiento menos típicos) a menudo se asocian con discapacidad.

Así, bajo este modelo de neurodiversidad, el TDAH se reconoce como un modo “atípico” de procesamiento a lo largo de uno o más continuos. Entonces se considera un “trastorno” debido a que la discapacidad resultante puede ser lo suficientemente severa como para requerir una intervención, ya sea psicológica, farmacológica o una combinación de ambas.

Mi Posición

Yo no soy médico ni neurocientífico, sino Psicólogo Clínico, especialista en terapia para adultos con TDAH. Por tanto, lo más importante para mí es ayudar de la mejor manera posible a quienes me consultan en busca de alternativas no farmacológicas para enfrentar los problemas causados por el TDAH.

Y, en relación a estos problemas, he aquí lo más importante desde mi perspectiva:

Independientemente de las causas y los posibles procesos biológicos involucrados…

Independientemente del nombre que le pongamos al diagnóstico…

Independientemente de si los investigadores logran algún día llegar a una teoría unificada del TDAH…

Estos problemas son reales.

Estos problemas causan sufrimiento a quienes se ven afectados. Tienen un impacto innegable en la calidad de vida de las personas, deteriorando su rendimiento académico y laboral, obstruyendo su desarrollo personal, dificultando sus relaciones personales, socavando su autoestima, etc., etc., etc…

Por eso, el constructo clínico del TDAH (como dice Xavier Castellanos, ver más arriba) a mí me sirve para varias cosas:

En primer lugar me sirve para reconocer a quienes se encuentran dentro de este perfil conductual y neuropsicológico; en segundo lugar para identificar las áreas claves en las que probablemente necesitan ayuda; y, por último, para diseñar un programa clínico que apunta directamente a esos problemas, a nivel conductual (que es donde las dificultades se hacen presentes), a nivel de las habilidades que no han sido desarrolladas, a nivel de las estrategias que pueden implementarse para mejorar en todos los ámbitos.

Entonces, si estás dentro del grupo de personas que sufren por estos problemas con la falta de atención, la impulsividad, la desorganización crónica, la baja productividad y los problemas emocionales y psicológicos asociados, mi sugerencia es que busques ayuda profesional cuanto antes.

No pierdas el tiempo con la polémica sobre si el TDAH es real o no… Tú sabes que tus problemas sí son reales, por lo tanto lo más importante es buscar una solución para que puedas superarlos. Para que puedas seguir adelante con tu vida y avanzar hacia tus metas más importantes.

Y actualmente contamos con alternativas psicológicas muy efectivas para dejar atrás los problemas causados por esta misteriosa condición que hoy conocemos como Déficit de Atención.

Tu turno

Ahora que leíste todo esto, en primer lugar gracias por tu atención, y en segundo lugar te quiero pedir un favor personal.

Creo que es importante divulgar este tipo de contenido para contrarrestar la desinformación que se esparce como la mala hierba por internet. Así que si puedes enviar un mail con el link a este post a quien pudiera interesarle, o bien compartirlo en Facebook o Twitter, te lo voy a agradecer 🙂

Además no dejes de postear tus comentarios, que acá abajo es donde se generan las ideas y discusiones más interesantes en este blog.

Por último, si no estás suscrit@ a las actualizaciones del blog, ingresa tu email y suscríbete ahora. Muy pronto voy a realizar un webinar sobre el TDAH del adulto (junto con un anuncio importante y exclusivo) sólo para mis suscriptores, vía Mail.

Fuentes:

1) Arnsten, A.F.T. (2006). Fundamentals of Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder: Circuits and Pathways. Journal of Clinical Psychiatry, 67(8), 7-12.

2) Sonuga-Barke, E.J.S. (2005). Causal Models of Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder: From Common Simple Deficits to Multiple Developmental Pathways. Biological Psychiatry, 57, 1231-1238.

3) Faraone, S.V., Perlis, R.H., Doyle, A.E., Smoller, J.W., Goralnick, J.J., Holmgren, M.A., Sklar, P. (2005). Molecular genetics of attention-deficit/hyperactivity disorder. Biological Psychiatry, 57(11), 1313-23.

4) Castellanos, F. X., y Tannock,R. (2002). Neuroscience of Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder: The Search for Endophenotypes. Nature Reviews Neuroscience, 3, 617-628.

5) Weiss, M., Murray, C., Wasdell, M., Greenfield, B., Giles, L., y Hechtman, L. (2012). A randomized controlled trial of CBT therapy for adults with ADHD with and without medication. BMC Psychiatry,12-30.

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